Algunos lectores no entendieron la movida de la pasada semana en las Cortes de Aragón. Sí, hombre, cuando el consejero de Obras Públicas y Urbanismo puso a caldo el Plan Red de carreteras y luego su propio partido, el PP, votó a favor del desarrollo de dicho Plan respaldado por el PAR. Bueno... ¿y qué importancia tiene esto?, me dijeron. Al fin y al cabo, sólo son aspectos folklóricos del rifirrafe político. Tontadas sin mayor transcendencia.

Pues vale. Admitamos que el PP ha de cumplir con el PAR, al menos hasta superar el 20-N, y que todo esto de las carreteras es un asunto menor, simple plisplás parlamentario. Déjenme entonces ilustrarles con algún detalle tan objetivo como irrelevante. Esto no hará daño a nadie, ¿verdad?

El Plan Red de carreteras es obra del que fue director general del ramo en el anterior Gobierno, Antonio Ruspira, militante del PAR. El susodicho, ingeniero de caminos, había sido ejecutivo de la firma oscense Vialex-Roldán antes de que José Ángel Biel (¡oh, sí, se lo juro!) le fichase como servidor público. Luego, mientras trabajaba para el Gobierno aragonés y diseñaba este tema de la Red de carreteras, su empresa fue adquirida por la leridana Sarigüé. ¿Podrán creer que tal contratista acabó beneficiada por dos áreas (una de ellas bien guapa) del programa en cuestión?

Hasta aquí nada que no sea comprensible. ¿O no es lógico que los profesionales de obras públicas se arrimen (cuando ocupan cargos institucionales) a las empresas donde trabajaron y a las cuáles tal vez deban volver? Pero Ruspira, ¡aaahhh!, ni siquiera ha vuelto al sector privado. Todavía es diputado del PAR en las Cortes de Aragón y concejal de dicho partido en el Ayuntamiento de Huesca. Así que cuando escucha en el Parlamento autónomo a los portavoces del PP, sus coaligados, tronar contra el Plan Red de carreteras debe sentirse perturbado o más bien ha de descojonarse. Después les ve ( a los de Rudi) votar a favor del desarrollo del mismo Plan. ¡Je, je! ¡Ja, ja! Más tarde, él les vota en lo correspondiente... Puro apaño. Y luego habrá infelices que celebren el advenimiento de la nueva era.

Mas no quiero excederme con la broma. ¡Disculpe, Ruspira!. ¡Aaahhh!.