Pasada la cita electoral del 22-M, no ha vuelto nadie por Ontiñena. ILD, la promotora de Gran Scala, ha desaparecido de la circulación dejando el habitual rastro de pufos. El despacho de Garrigues intenta cobrar sus minutas sin encontrar cosa alguna que someter a embargo. Los supuestos hombres de negocios que durante meses y años aparecieron en los medios de comunicación oficiales y oficiosos pelándoles la pava a los crédulos aragoneses (Tranchant, Colus, Allegrini, Riera, Carreras) se han esfumado. El portavoz Campbell se pudre en una prisión británica. El capo Guelfi, Dedé La Sardine, todavía pretende amañar concesiones olímpicas. José Ángel Biel, el gran muñidor político de aquella ciudad del ocio y del juego en los Monegros que iba a movilizar 17.000 millones en inversión directa, guarda silencio y se ocupa de otros apaños. Marcelino Iglesias, el presidente que por una vez perdió su sentido de la prudencia y se dejó enredar en tan ridícula quimera, hace lo propio.

No hay más cheques destinados a mantener viva esa ilusión llamada Gran Scala. Existen indicios de que los últimos euros llevados a Ontiñena no salieron de las inexistentes reservas operativas de ILD, sino que fueron recolectados en Aragón en nombre de la causa, para impedir que todo el tinglado se desplomase antes de las últimas elecciones autonómicas y locales.

En cualquier caso, el misterio Gran Scala había sido desvelado mucho antes. Estaba claro (para quien quisiera verlo) que aquello no tenía ni pies ni cabeza. Además, la crisis financiera frustró la oportunidad (que buscaban los espabilados de ILD) de endosarles el proyecto a uno o varios mirlos blancos, vendiéndoles la expectativa a cambio de una pequeña fortuna.

¿Y los ingenuos que se creyeron el cuento?, ¿y los listos que pensaban encontrar allí su chollo particular?, ¿y los infelices que me insultaban por desvelar los entresijos de un invento imposible?, ¿y los políticos que presumían de traer al Aragón irredento riqueza y desarrollo? Esos ni se acuerdan de cuando ejercieron de paletos. Esperan una nueva oportunidad de entusiasmarse otra vez... y tragar lo que les echen.