Les cuento: durante toda la tarde de anteayer el fallo de la Comisión de Transportes de la UE nos fue trayendo y llevando desde el pesimismo al optimismo. La cosa se embrolló aún más cuando un despacho de Efe explicó que el programa de redes transfronterizas incluiría la TCP aunque de momento sin P; o sea, sin túnel de baja cota. Para entonces servidor flotaba en el éter y aceptó la versión positiva de los hechos, la misma que el ministro Blanco ofreció ayer por la jeta en la misma capital aragonesa: que todo va por sus pasos contados y la travesía por el Pirineo central llegará algún día, quién sabe cuándo. Tragarse semejante milonga equivale, lo reconozco, a ser un primaveras, y más cuando uno está plenamente seguro (y así lo vengo predicando desde hace lustros) de que jamás de los jamases habrá un paso de alta capacidad que nos comunique directamente con Francia. Hay poderosas razones políticas, económicas y medioambientales que impiden obviamente ese desideratum nuestro. Es más, creo que si seguimos manteniendo el empeño año tras año, ciclo tras ciclo, es por una pulsión masoquista, una búsqueda sistemática de la frustración. Si no, hace tiempo que estaríamos en otros asuntos más provechosos, y tal vez hubiésemos conseguido darle vida al Canfranc convirtiéndolo en uno de esos trenes montañeros con encanto que triunfan en el resto de España y parte del extranjero.

Pero tampoco quiero tomarme ahora la revancha echándoles a ustedes una ducha fría de crudo realismo. Esto de las redes transeuropeas va a pasar ahora al Parlamento continental y luego al Consejo. Queda tiempo para seguir dándonos tozolones contra la pared. Y además, como el Grupo Popular es mayoritario en la Eurocámara y enseguidita tendremos a Rajoy de baranda mayor del Reino, seguro que la TCP recobra impulso. Rudi está en ello y bastaba con escucharla la otra noche en Intereconomía para darse cuenta de que a nuestra presi no se le ha de poner nada por delante. Menuda es.

Mientras tanto, bien pueden las buenas gentes de orden abominar de los catalanes, que se lo llevan todo, del absurdo Zapatero y del liante Blanco. Esta vez se lo tienen merecido.