Si ustedes han seguido creyendo en la quimérica Gran Scala contra todas las evidencias. Si eran de los que me escribían (por correo ordinario o internet) preguntándome qué sería de mí cuando las obras en Ontiñena desmintiesen mis osados comentarios. Si han pensado o piensan que estos megaproyectos que caen del cielo (conducidos a menudo por personajes de dudosa reputación) van a ser la salvación de Aragón y que quienes los ponemos en solfa somos agentes del perverso pancatalanismo... Entonces, siéntanse orgullosos porque pertenecen a la categoría de los inocentes-inocentes y hoy es su día. Felicidades.

Si están convencidos de que el futuro de Aragón radica en la construcción de más pantanos o la ampliación de las estaciones de esquí. Si creen que los actuales jefes de la política aragonesa (a diferencia de los anteriores) ya no usan coche oficial ni ponen a sus amigos en puestos de merecer. Si están a favor de atar cortas a la Sanidad, la Enseñanza y la Universidad pública. Si son trabajadores por cuenta ajena y prefieren acordar sus condiciones laborales directamente con el empresario sin necesidad de convenios ni otras mamarrachadas sindicales... Inclúyanse también en el club de los muy inocentes y celébrenlo, que es 28 de diciembre. Enhorabuena.

Si escriben en los foros internáuticos de manera espontánea (o sea, sin cobrar nada) para reventar los debates en plan friki o ponerse superconstructivos en favor de los que mandan (la presidenta, el alcalde, Agapito). Si hacen eso mismo para recomendarme que me vaya a Rusia (¡a Rusia!, qué delicioso anacronismo). Si piensan que la presente crisis se debe a las autonomías, el sueldo de los políticos, las majaderías de Zapatero, las ideas progresistas, los sindicatos, los inmigrantes, los intelectuales, los cineastas y los artistas en general... Disfruten de esta jornada y eleven su autoestima. Sin complejos.

Sobre todo no se enfaden. La inocencia, la candidez (su hermana gemela) y la ignorancia (su prima hermana) son virtudes que adornan a las buenas personas y nos permiten vivir sin dudas, pensamientos complejos ni cachondeos mentales. Qué suerte, amigos.