El actual Gobierno de Aragón es fruto de unas elecciones celebradas en mayo del año pasado y tomó posesión hace casi seis meses. Desde entonces ha permanecido inédito. No ha tomado una sola decisión significativa. Y la exteriorización de sus intenciones tampoco ha ido más allá de alguna escenificación pobremente simbólica: medidas de ahorro insustanciales o ridículas, una reducción del número de empresas públicas que ha dejado en pie a las más importantes y deficitarias, ambiguas declaraciones de los consejeros y una comedida actividad social de la presidenta Rudi, quien hoy se dirige al nuncio de Su Santidad para recordarle lo de los bienes usurpados por el obispado ilerdense y mañana escribe a su amiga Pastor, la ministra de Fomento, para pedirle que sea magnánima con Aragón. Precioso.

Ese Ejecutivo autónomo está saliendo ahora de una inaudita crisis autoinducida, como consecuencia de la cual ha vuelto a quedar en el aire el continuista y restrictivo presupuesto de la Comunidad. El PAR ha entrado en el equipo de gobierno como ya se había dicho que sucedería, el consejero de Hacienda se ha ido a Madrid tal y como estaba escrito desde el primer día, el consejero de Agricultura y Medio Ambiente ha desaparecido porque no estaba en condiciones de realizar su trabajo, ha sido preciso modificar la estructura de varios departamentos para adaptarlos a las habilidades o apetencias de sus titulares... y todo es pura provisionalidad e improvisación.

Eso sí, nadie dice nada. Los mismos líderes (¿líderes?) sociales y económicos que le bailaban el agua al Marcelinato rodean hoy al PP de halagos y parabienes. Los políticos integrados en el Sistema recitan su papel cada día, como lo hacían antes. Los medios de comunicación (sumidos en su propia crisis) se dejan llevar. Aragón tiene más de cien mil parados, carece de estrategias, no ha sido capaz de revisar de manera crítica el confuso modelo adoptado durante la pasada década y se mantiene aferrado a tópicos y proyectos sobadísimos, absurdos o imposibles. Oremos pues, queridos hermanos, y que nos gobiernen la Virgen del Pilar, San Lorenzo o el Angelico de Teruel. Amén.