Se equivocan quienes creen que ocuparse de los avatares (societarios, económicos, deportivos) del Real Zaragoza es perder el tiempo en algo accesorio cuando tenemos encima una crisis brutal. En realidad, si le damos un par de vueltas al tema, veremos que lo sucedido con el equipo de Agapito no es un fenómeno estrictamente futbolero sino un dato más (caricaturesco, ridículo, surrealista) de dicha crisis. La operación empresarial y política que convirtió a Iglesias en propietario de la marca más relevante del deporte-espectáculo aragonés se hizo en un contexto de burbuja inmobiliaria, pelotazos, uso discrecional del dinero público, vacas gordas y alegría, mucha alegría. Acabado aquel periodo, el Zaragoza sigue siendo, en su evidente caída al abismo, un perfecto ejemplo de los lodos a que nos han traído aquellos polvos de antaño. Los últimos acontecimientos sólo son un ejemplo más. Bienvenidos, pues, a la cara visible del mamoneo. Pasen y vean.

Este equipo de fútbol es hoy un animal extenuado, consumido y moribundo. Ya sólo resulta atractivo para los carroñeros. Quienes animaron y secundaron a Agapito Iglesias cuando éste se metió en el barullo creían, sin duda alguna, que cualquier problema posterior podría salvarse a) mediante la recalificación de suelos (en última instancia el de la Ciudad Deportiva) o b) incrementando las subvenciones institucionales directas o echándole al feliz propietario alguna buena contrata para compensar. Pero esos dos métodos son hoy imposibles o inservibles.

Encima la Liga de fútbol impone situaciones evidentes donde no caben trucos de realidad percibida. El fracaso de otras desgraciadas aventuras coetáneas del agapitazo se va tapando hoy con noticias positivas, cortinas de humo y más pasta del contribuyente; pero los resultados de los partidos y la posición en la tabla del Zaragoza no hay dios que los disimule.

Lo genial es que, para llegar a esta situación, el Gobierno de Aragón (el anterior) invirtió más de treinta y cinco millones de euros procedentes de la caja común. ¡Y menos mal que el Ayuntamiento de Zaragoza no construyó el famoso estadio cinco estrellas!