En el principio de Plaza estaba Carlos Escó, pareja de la líder socialista Eva Almunia, y me barrunto que es a él a quien busca el actual Gobierno de Aragón cuando plantea revisar todas las cuentas de la Plataforma Logística para detectar presuntas cositas que nadie acaba de concretar pero que todos imaginan. Se pretende aclarar cómo pudo ser que un polígono público de gran éxito, modelo de planificación urbanística coherente, haya terminado su segunda y tercera fase tarde, mal y con un agujero multimillonario.

Visto lo visto, está muy bien que intervenga Intervención (para eso está, ¿no?) y se mire lo que haya que mirar. Dudo, sin embargo, que haya nadie capaz de desliar por completo todo el embrollo que hay en torno a la famosa plataforma. Que si Escó, que si Agapito Iglesias, que si Acciona y López Navarro, que si un sobrecoste del 400%... Piensen ustedes, por ejemplo, que el mismo consejero de Obras Públicas, Rafael Fernández de Alarcón, fue en su día delegado en Aragón de la consultora Idom, que realizó diversos estudios para el desarrollo de Plaza. De la misma forma, el actual consejero de Economía y aspirante a presidir la Corporación de Empresas Públicas, Francisco Bono, fue miembro del Consejo de Administración de Plaza como representante de Ibercaja. Mientras tanto el PP se negaba una y mil veces a entrar en dicho consejo. Genial.

Es inevitable además hacerse la reflexión de por qué va a ser examinada Plaza y no Motorland o Aramón (de la que fue máximo responsable el citado Bono), por poner otros dos casos de sociedades públicas (o semipúblicas) que también han devorado y devoran pasta a mogollón. La Corporación mencionada arrastra en conjunto cuatrocientos y pico millones de déficit (más otros cientos de millones invertidos en suelos, instalaciones, circuitos y virguerías). ¿Cómo ha ocurrido tal cosa?

Y luego, ese ir y venir de ciertos personajes que al final mojan en todas las salsas. Verbi gratia: el propio Fernández de Alarcón también fue consejero delegado de Tuzsa, donde participó activamente en la Operación Tranvía... que ahora amaga con torpedear desde la DGA. De vértigo.