Algunas personas distinguen una intención autoritaria en las frases cliché que trufan los argumentarios del PP. Esos "haremos lo que se tenga que hacer", "se actuará como Dios manda" o "no nos temblará el pulso a la hora de adoptar las medidas necesarias" implican la existencia de un código previo (generado por mandato divino, se supone) destinado a ser impuesto tanto si el personal quiere como si no. Los errores, la estulticia y el acomodamiento de la izquierda oficial han facilitado además ese retorno de la derecha rampante. Y por vez primera en mucho tiempo, nuestros gobernantes ejercen la prepotencia sin tensión, sobreactuación o esfuerzo. No, a los jefes de ahora (los del PP y CiU, me refiero) se les ve más relajados y seguros de sí mismos que a la marquesa de Los Santos Inocentes. No van de chulos sino de sobrados.

Ayer pasó una cosa impresionante. El Consejo General de Colegios de Médicos, por unanimidad de sus entidades asociadas, lanzó un SOS por la sanidad pública. Muy jodido ha de estar el patio para que la citada organización colegial (tradicionalmente conservadora) se tire así a la piscina de la protesta. Sin embargo, la gente de a pie sigue conforme y resignada mientras dinamitan ante sus ojos unos servicios públicos sin los cuales esto volverá a ser el desgraciado país que fue. Y si vamos a un plano más corto, ahí está nuestro actual Gobierno de Aragón, lanzando los más simples (en el peor sentido del término) y malintencionados programas de choque en Sanidad o Educación con un desparpajo soberbio y una incultura... enciclopédica. No me extraña que quiten la asignatura Educación para la Ciudadanía. Éste no va a ser un país para ciudadanos.

Eso sí, cada cosa está en su sitio: la Fiscalía mete ya el bisturí en las adjudicación del Instituto Aragonés del Agua (¡pue anda, que no tiene tajo!), la Agencia Tributaria cree que Agapito Iglesias se apalancaba pasta del Zaragoza (hombre... de alguna forma se acumularían los 145 millones de agujero, ¿no?), en la UE empiezan a mirar de reojo la gestión económica de Rajoy, los sindicatos lloran como cocodrilos lo que no han sabido defender como leones... Pasa lo que tenía que pasar.