Las consideraciones acerca del interés común son simple retórica. El interés común no existe salvo en aspectos muy genéricos que aun así resultan conceptualmente equívocos. O sea, es obvio que un banquero como el consejero delegado del Santander, Alberto Sáenz, cuyos ingresos en 2011 totalizaron 11,6 millones de euros, no tiene los mismos intereses que un trabajador corriente y moliente amenazado por EREs y despidos, no digamos ya si hacemos la comparación con un parado; pero incluso es muy dudoso que el tal Sáenz comparta demasiados intereses con un empleado de su propio banco. Existe una contradicción básica entre lo que conviene al de arriba y a los de abajo. ¿Hemos de volver, pues, a los principios básicos del materialismo histórico? ¿Retornamos a la lucha de clases contradiciendo las profecías de Fukuyama? Bueno... eso es lo que dictan los jerarcas del capital financiero; eso, o aguantarse, creer que todos vamos en el mismo barco y reconvertir el espacio europeo en una réplica de los países emergentes: desigualdad, democracia de baja intensidad (o dictadura de partido como en China) y drástica reducción de derechos. Hablando en plata, un nuevo Contrato Social. Tómalo o pelea contra su imposición.

El Banco Central Europeo ha facilitado dinero baratísimo al sistema financiero. La banca privada ha obtenido en pocos meses más de un billón de euros con los cuales ha refinanciado anteriores deudas con el propio BCE o ha dispuesto de pasta contante y sonante para embarcarse en nuevos y fáciles negocios (usar el dinero obtenido al uno por ciento para comprar deuda soberana al cinco por cien). Mientras, a españoles, griegos, portugueses, italianos o irlandeses se les dice que se aprieten más y más el cinturón, que no hay crédito, que asuman devaluaciones internas, que se empobrezcan en una espiral sin fin, que renuncien a todo o casi todo. ¿Interés común? ¡Vamos, hombre!

En pleno ajuste presupuestario, recetado por nuestro bien, España está a punto de comprometerse en el despliegue del escudo antimisiles norteamericano, mantiene tres mil militares en teatros exteriores y juega aún a potencia media. Eso... ¿a quién le interesa?