Permanezcan atentos al telón de fondo. Descubrirán, por ejemplo, que Alcañiz es algo más que Motorland. Es también un Ayuntamiento que PP y PAR se disputan en una pugna cada vez menos sorda y más evidente. Los regionalistas no aceptan que una de sus plazas favoritas esté en manos de otro partido, aunque sea amigo. La cosa no queda ahí: el nuevo hospital alcañizano, cuya construcción parece misión imposible, está destinado a ser objeto de una experiencia piloto consistente en externalizar sus servicios no asistenciales, que serían gestionados por una empresa privada (Rudi ya ha hablado del tema con la aseguradora sanitaria DKV). Según los enterados, está escrito que dicha externalización sea un día no lejano el patrón general a implantar en todos los centros del Salud.

Al fondo se dibuja la inquietante silueta de los Presupuestos Generales del Estado para 2012. ¿Qué horrores ha de contener ese documento para que el Gobierno central se muestre tan renuente a exhibirlo antes de las disputadas elecciones andaluzas? España tiembla ante el futuro. Los portavoces de Sheldon Adelson, el magnate de Las Vegas que subasta entre Madrid y Barcelona la instalación de un gran centro de ocio y juego, aseguran en público que tienen la cosa a punto de caramelo y que las instituciones abordadas (gobiernos autónomos y ayuntamientos controlados respectivamente por PP y CiU) aceptan la mayoría de sus exigencias. Adelson, un temible reaccionario cuyo dinero apoya la campaña de Newt Gingrich en las primarias del Partido Republicano USA, quiere que le fabriquen un marco legal a la medida, desregulado pero subvencionado, sin control, sin derechos laborales... una réplica del paraíso que la Mafia norteamericana tenía en la Cuba de Batista. Las organizaciones patronales le apoyan (¡les encanta esa maravillosa ley de la jungla!). Y la derecha católica (españolista o catalanista ) parece dispuesta a servir sus designios.

Como suele ocurrir en nuestro país, la tragedia degenera en astrakanada (oigan los hipócritas escrúpulos antiabortistas del ministro Gallardón). La escena se oscurece y el telón de fondo parece un cuadro de El Bosco.