Si alguna vez se han dejado convencer de que los alumnos aragoneses de Primaria son unos ignorantes, tómenselo con calma y no padezcan. Es cierto que el Departamento de Educación ha hecho recientemente las habituales pruebas que miden (presuntamente) el nivel de los chavales de cuarto grado, pero lo ha hecho de una manera, que... en fin, parece medio rarita. Le he pegado un vistazo al examen y dudo que con él se pueda determinar si los críos saben algo o están en Babia. O esas pruebas son una pésima adaptación de otras concebidas por pedagogos de lejanas latitudes o su elaboración por parte de nuestras excelsas autoridades tiene por objetivo demostrar que la educación es una mierda y necesita una reforma a fondo, de esas que administra con tanta facundia el PP.

Los test en cuestión contienen veintitantas preguntas que deben responderse en una hora. El cuestionario es complicado (empezando por las instrucciones para cumplimentarlo), tramposo y en él no faltan ni los conceptos mal utilizados ni los interrogantes absurdos o evidentemente capciosos. Para comprobar, por ejemplo, si el alumnado sabe contar, realizar operaciones aritméticas simples o manejar conceptos geométricos elementales, monta unas historietas confusas y ridículas. Para medir la capacidad de comprensión propone analizar el contenido de noticias cuya naturaleza resulta incomprensible incluso para profesionales del periodismo.

El test llama "arcos" a las calzadas o tablas laterales del Puente Hierro y "columnas" a los tirantes que distribuyen las cargas en la zona central. Pretende que los alumnos identifiquen como el "quién" de una información a simples testigos del hecho noticioso. Enreda lo que debería ser sencillo. Plantea de manera muy artificiosa e incorrecta el uso de los conocimientos escolares en la vida cotidiana.

Total, que esta prueba (llevada a cabo con enormes misterios, cautelas y controles) tal vez vuelva locos a los alumnos pero no demostrará absolutamente nada. Y si es preciso suspender a alguien, habrá que mandarles el cate a los pedagogos autores de tan fenomenal despropósito.