Cuando alguien pone en tela de juicio Eurovegas, el supuesto proyecto del sospechoso multimillonario Adelson, los defensores de la idea replican algo así como que ya es tarde para ponernos finos. Es decir, que si el periodista y escritor Saviano advierte (como buen conocedor del tema) de que ese hipotético complejo de ocio adulto será una estupenda pista de aterrizaje para las organizaciones criminales, siempre hay quien relativiza la cuestión con el argumento de que, en cualquier caso, las mafias ya están presentes en la Costa del Sol o en la de Levante. Y si el actual presidente de Kutxabank alude a Eurovegas denominándolo "casa de putas", las buenas personas aseguran que, hombre, por Dios, no será para tanto y además... ¿acaso no tenemos instalados en La Junquera los mayores lupanares de Europa?

La sistemática comparación entre desbarres, barbaridades y corrupciones de unos y oitros ha creado una especie de letrina donde parece estar de más cualquier contención pues las guarradas están a la orden del día. Lo cual lleva inevitablemente a un círculo vicioso que impide visualizar el más mínimo orden ético y estético y salir de este marasmo en el que estamos metidos.

El saqueo de la CAM no se compensa con el de la Caja de Castilla-La Mancha, ni éste con el de Cajasur (la del Curita). Todos ellos son desastres inaceptables como el mayor de todos: el de Bankia. Tanta inquietud ha de causar al ciudadano decente el Gürtel como los EREs andaluces, las facturas en el cajón de Barreda como las de Camps&Fabra, las presuntas untadas del yerno del Rey como la supuesta connivencia con la mafia rusa de ese alcalde de IU que acaba de ser noticia. Y si quieren ustedes bajar a cosas más domésticas, no es de recibo que si criticas el uso de coches oficiales por los portavoces de los grupos en las Cortes de Aragón (salvo Nieves Ibeas, que renunció al suyo) te saquen a colación los dos chóferes que tiene la consejera de Educación, Dolores Serrat. Un desafuero no justifica otro. El y tú más que se gastan jefes y adeptos no ha de consolar a ningún contribuyente, sea de la ideología que sea. Sólo pone de manifiesto la hondura del problema que tenemos.