De inmediato, el Gobierno tendrá que echarles a las concesionarias de las autopistas de última generación, buena parte de los cuatrocientos y pico millones que pretende ahorrar dejando a los pensionistas sin sus medicinas más básicas (siempre les quedará la tila, como avisa la ministra). ¿Y cómo puede ser que las citadas autopistas (en su mayor parte radiales desde Madrid) hayan generado un agujero de casi cuatro mil millones de euros y sus actuales ingresos apenas cubran el pago de los intereses correspondientes a tal cantidad? Pues miren ustedes, porque falló el plan de negocio. Resulta que se calcularon unos gastos que al final casi se duplicaron (algunas de las infraestructuras en cuestión acabaron con espectaculares sobrecostes) y se presumieron unos ingresos que se han quedado en menos de la mitad. El tinglado es manifiestamente insostenible, pero habrá que darle cuerda con el dinero que se pueda rapiñar a los abuelos achacosos. Es genial (y repugnante).

Bueno, lo cierto es que esas autopistas quebradas fueron financiadas por agrupaciones de bancos y cajas que metieron allí cientos y aun miles de millones. Consultoras y técnicos elaboraron proyecciones, expertos de las entidades financieras dieron el OK, las instituciones bendijeron el cacao, corrió el dinero, se cobraron comisiones... Ahora habremos de escotar para pagar aquella fiesta.

En los años de las vacas gordas se vieron algunos planes de negocio delirantes. El referido a Motorland, por ejemplo, era pura fantasía y sus previsiones no se han cumplido ni se cumplirán jamás. Las evaluaciones previas que llevaron al Ministerio de Fomento a construir el aeropuerto de Huesca fueron igualmente quiméricas. La Expo de Zaragoza o el fracasado desarrollo del barrio del AVE ni les cuento.

Pero la rueda sigue girando. Los hombres de Adelson buscan cuatro mil millones para financiar su Eurovegas. Han hablado, dicen, con bancos españoles. Echémonos a temblar.

Que cuatro listos hagan su negocio y los demás carguemos con la ruina subsiguiente no es plan. Algún día habrá que poner fin a este cachondeo.