Sólo la servidumbre ideológica puede explicar el último panegírico dedicado por Mario Vargas Llosa a la inefable Esperanza Aguirre (en El País del pasado domingo). Que un escritor absolutamente genial, cuyas novelas destilan humanidad, considere un ejemplo de puro y creativo liberalismo a la ex-presidenta del Gobierno de Madrid, sólo tiene una explicación: las etiquetas son más importantes que las evidencias. A la postre, si hubo grandes creadores literarios de los Treinta y Cuarenta capaces de rendir pleitesía a Stalin, ¿por qué no habría Varguitas de rendirse a los presuntos encantos de una Aguirre cuya dialéctica, mitad tea party, mitad verdad poligonera, dejaría estupefacta a cualquier persona medianamente culta?

Las ideologías están muy vivas. La burocracia del Partido Republicano estadounidense ha intentado conducir la campaña de las presidenciales hacia un espacio neutro desde el cual camelar a los votantes centristas. Pero Romney se ha dejado llevar por su lógica personal de especulador financiero. No ha podido evitarlo. En algún momento llegó a creer que sus intereses encajan con la lógica mayoritaria, y confesó abiertamente su desentendimiento respecto de aquellos que perciben alguna ayuda pública (el 47% de la población USA). Craso error. Obama puede, otra vez, aplicar los criterios de su mentor, Lakoff: u ofreces a la ciudadanía tu perfil de padre amable y protector, o el de sádico padrastro que asistirá impertérrito al fracaso y la ruina personal de los menos dotados. En medio de todo esto ha emergido una demoledora evidencia: buena parte de ese 47% despreciado por Romney.,, ¡votaba a la derecha!

Los thinks tanks neoconervadores, cada vez más convencidos de que gestionan un pensamiento único, avanzan hacia su victoria incondicional. Quien no sea muy inteligente, muy astuto, muy implacable, muy individualista y muy inmisericorde no tiene lugar en un mundo hipertecnológico donde ya sobran miles de millones de personas. El hombre es un lobo para el hombre. Y a quien Dios se la dé, San Pedro de la bendiga. O eso, o democracia social y solidaria. Elijan.