Bromas aparte, la famosa misiva de la CREA incitando a Luisa Fernanda Rudi a pedir el rescate autonómico (o como se llame) sólo evidencia hasta qué punto se desconfía de la voluntad o la capacidad que pueda tener la Administración aragonesa a la hora de saldar sus deudas. Empresarios, autoridades universitarias, investigadores, discapacitados, farmacéuticos, beneficiarios de subvenciones y ayudas, centros educativos, hospitales públicos- todo el mundo quiere cobrar. Y casi nadie cree a estas alturas que el Pignatelli vaya a soltar la mosca por las buenas. De hecho, los presupuestos de este año han sido cerrados a 15 de octubre, dejando millones por abonar (y ya veremos si se abonan, o no, un día de éstos). Sin embargo los del 2013 van a venir tan trucados que nadie da un céntimo por ellos. Tal vez a la mayoría de ustedes, simples contribuyentes, la cosa les sonará a chino, pero a unos presupuestos se les puede dar la vuelta con su propia Ley de Acompañamiento y todavía cabe retorcerlos más si el propio Departamento de Hacienda retiene crédito y deja sin monises las partidas que previamente puso en el papel. Por lo cual los más avispados están al loro para pillar la pasta- y salir corriendo.

Los barandas de la autonomía dicen que no hay dinero, pero eso no es exacto. Hay menos dinero que antes, pero siempre queda algo en el cofre. Por eso, los que aspiran a cobrar lo suyo intentan obtenerlo con una sutil mezcla de zalamerías, advertencias, malas caras y manifiestos chantajes. Unos pocos ingenuos y algún estómago agradecido todavía van por ahí diciendo que lo mejor es portarse bien, hacerle la rosca a la presidenta y ver si ésta se apiada. Tararí. La CREA (donde la ingenuidad brilla por su ausencia) ha preferido descararse.

Presupuestos de mentira. Y no es sólo por culpa de la crisis. Con restricciones o sin ellas, el PAR, apretando aquí y tocando las narices allá, ha mejorado las asignaciones a sus negocios favoritos. Las comarcas no sólo no padecerán recortes sino que se levantarán veinte millones más que en el ejercicio pasado. Y, oye, a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga.