Cada día, los gobernantes suben a las tribunas y aseguran que no, que los servicios públicos no corren peligro alguno, ¡al contrario! Cada día, miles de profesionales y usuarios de dichos servicios salen a la calle a protestar, preparan huelgas... o son víctimas de despidos, listas de espera y otras lindezas semejantes. Y la cosa ya no va solo de radicales, mareantes o sindicalistas tronados. En Madrid, la mayoría de los jefes de servicio de los hospitales públicos se han manifestado contra el plan de privatizaciones. En Zaragoza, los responsables de los laboratorios del Salud están que trinan con la ocurrencia que ha tenido el consejero de centralizar todos los análisis (ocurrencia parida sin hablar ni consultar previamente con nadie).

Tenía razón Rubalcaba cuando afirmaba que en esta España la educación, la sanidad, ¡la justicia! van a ser lujos al alcance de una minoría. Eso tal vez suene a hueco en su pecadora boca, pero se aproxima a la verdad mil veces más que las réplicas al respecto de Rajoy. En todo caso, cada vez resulta más inaceptable el tú por mí y viceversa que se llevan entre manos los protagonistas del debate político. Estos días, por ejemplo, ha ocurrido que quienes pusieron en circulación el tema de las cuentas suizas de Mas y Pujol hayan considerado la redada de los mossos en el Ayuntamiento de Sabadell como un intento de desviar la atención del presunto 3% de CiU al presunto 3% del PSC-PSOE. Como si lo uno no estuviese en línea con lo otro. Como si los ERE andaluces (vaya pifia la de la comisión investigadora del Parlamento autónomo) compensaran el Gürtel. Como si todos los chanchullos no acabasen corriendo por cuenta del mismo contribuyente.

Esto no hay por dónde cogerlo. España se sume en la desigualdad y la desmoralización. Aquí nadie se fía ya de nadie, y cualquiera puede preguntarse, sin ir más lejos, cómo es posible que las garantías procesales (esas que tan caras le costaron a Garzón) solo se apliquen de manera rotunda cuando los encartados son conservadores de pro... o poderosas organizaciones mafiosas (los lavadores de dinero chino). No pasa nada, responde Rajoy.