Algo es algo. Caja3-CAI ha retirado el ERE (que pasará a ser negociado, con Ibercaja en la trastienda), y en Sarga, la sociedad pública aragonesa que agrupa a Sodemasa y Sirasa, quedará algún margen para trabajar la alternativa (127 despidos o reducción salarial del 16%) a ver si es posible hacer un mix más o menos aceptable. Habrá, quizás, compasión aunque siga sin haber transparencia. Pero, claro, una cosa es aflojar el lazo y otra muy distinta que quienes tiran de la soga se la enrollen al cuello.

Es dudoso que la purga en Sarga se lleve por delante a los enchufados (sobre todo a los del PAR en Sodemasa) y deje vivos a quienes son verdaderamente imprescindibles para la realización de actividades tan esenciales como la guardería forestal, la lucha contra el fuego o el desarrollo de programas agropecuarios y medioambientales. Se supo que José Ángel Biel había enviado al PP una lista de intocables suyos que deberían salvarse del despido sí o sí. Y aún cabe la posibilidad de que, si alguno acabase en la calle, pudiera ser repescado en las comarcas, cuyos fondos y funciones van a crecer (según figura en los Presupuestos de la Comunidad para 2013).

Cualquiera sabe. Cualquiera se fía. En estos tiempos la mentira se ha convertido en virtud oficial. Sin complejos. Cada vez que viene a Zaragoza, la ministra Mato prodiga sus aleluyas sobre la forma de sostener la sanidad pública, universal gratuita y de calidad por el procedimiento de introducir copagos, reducir las plantillas, privatizar la gestión de los hospitales y eliminar servicios en la atención primaria y hospitalaria, lo cual ilustra a la perfección sobre la fiabilidad del personaje. Aquí, por ejemplo, están suprimiendo los laboratorios de los hospitales salvo el del Servet, que centralizará los análisis (y cuya externalización se da por cosa hecha). Así se retrasarán y complicarán los diagnósticos en toda la red asistencial. Por el bien de los pacientes, naturalmente.

¿Y qué se hace ante todo esto? Pues lo que han hecho los de Caja3-CAI: dar la cara y resistir. Digan lo que digan los esquiroles, es la única forma conocida de reducir los daños.