Quien fuera responsable de las cárceles entre el 2004 y el 2011, la zaragozana Mercedes Gallizo, suele decir que esos establecimientos están llenos de desgraciados, personas enfermas, discapacitados, gente que nunca tuvo ninguna oportunidad. Ese perfil de presidiario se confronta de manera automática con el de otros delincuentes (más finos, más dotados de recursos, mejor defendidos) que sólo circunstancialmente pueden ir al talego y que muy a menudo salen de rositas merced a todo tipo de trucos sucios pero presuntamente legales: prescripción de los delitos, irregularidades en la investigación o instrucción de los sumarios, fallos a la medida, indultos por ser vos quién sois... La obvia conclusión final es que la Justicia está lejos de ser igual para todos, y su desigualdad (creciente, y no digamos tras la subida de las tasas) encaja con la desigualdad social que lo abarca todo y aumenta por minutos.

Es habitual que quienes están en la pomada de la alta corrupción (financiera, fiscal o política) intenten reclamar para sí mecanismos de protección que garanticen (o casi) su impunidad. Cuando Diego Torres, el socio de Urdangarin se saca de la manga, uno a uno, los correos electrónicos del Duque, amaga con tirar de la manta para librarse de pasar unos cuantos añitos en el talego. Cuando Bárcenas filtra lo de los sobres en B y sus mensajeros hablan incluso de recibos que probarían cuándo y quién los cobró, busca idéntico objetivo. Están exigiendo un trato especial porque saben que ese tipo de trato existe. ¿Qué le van a decir a Bárcenas, si él ya vio cómo el juez que osó abrir las investigaciones del caso de casos Gürtel era escarnecido, condenado y expulsado?

Otra cosa será que los dos individuos citados consigan escurrir el bulto ahora que se han hecho tan evidentes ante la opinión pública. Pero muy cerca de ellos andan personajes ilustres (la consabida Infanta, dirigentes del partido que gobierna España, celebrities de las finanzas y la evasión fiscal) que sí aspiran, fundadamente, a eludir el peso de la Justicia. Porque ellos no son iguales a los demás y éste es un país cada vez más desigual.