Lamentaba yo que la tragedia de la CAI acabe de tan fea manera sin que haya habido un sólo intento serio de desentrañar quiénes y cómo le hicieron a la entidad un agujero milmillonario, y estalla el corralito en Chipre. Tremendo. La gente del común, por supuesto, no entiende nada. Además, los poderes financieros y sus sicarios políticos siempre encuentran buenas razones para hacernos tragar los bidones de ricino que nos administran sin piedad. Por ejemplo, nos avisan de que Chipre, al fin y al cabo, operaba en la práctica como paraíso fiscal y lavadero del dinero sucio traído y llevado por las mafias rusas. O sea...

Vale, es cierto que Chipre se las trae. Recordarán ustedes que allí, en un despacho de abogados de Nicosia, se asentaba la sociedad Darlen Ltd, que fue utilizada por el comisionista francés André Güelfi Dedé La Sardine para integrarse en ILD, el supuesto pool que promovía Gran Scala en Aragón. El registro societario chipriota y los bancos de la isla servían desde hace años para montar negocios off shore y para que potentados y delincuentes rusos blanqueasen dinero que luego reenviaban a su país.

Pero ése no es el tema ahora. Porque el corralito chipriota viene como consecuencia de que los bancos están descapitalizados y sus acreedores exteriores son básicamente fondos de inversión-riesgo que operan desde la City de Londres, se aferran a la legislación británica y, aunque se metieron en inversiones de obvia naturaleza especulativa, no están dispuestos a perder. Por eso se han fijado en el único dinero disponible en Chipre: el depositado en las cuentas corrientes, que no es sólo de los mafiosos sino del millón y pico de ciudadanos a quienes les van a robar tan ricamente una buena parte de sus ahorros.

En la UE se ha levantado la veda. Pueden inmovilizarte el dinero y quedárselo, pueden poner en tu Constitución que los especuladores financieros se llevarán lo suyo a costa de tus derechos, pueden hacerte picadillo y venderte como hamburguesa.

Bueno... Pero Chipre no es España, argumentan los bienpensantes. Aquí no podría pasar eso. ¿De verdad?