Ha bastado que la iniciativa popular reclamase la dación en pago para resolver la encerrona hipotecaria, o que la consejera de IU en la Junta de Andalucía plantease expropiar pisos de los bancos en casos de extrema necesidad, para que los bienpensantes nos griten que el derecho de propiedad es sagrado. Algunos lo dicen con tanta vehemencia que se tiene la sensación de que consideran ese derecho como el único y primordial, el más esencial y fundamental de todos, el Derecho, el superderecho, la madre de todos los derechos. Eso sí, solo afecta a los ricos de solemnidad (millones en ingresos, decenas de millones en patrimonio) o a las entidades financieras. En tal caso, no solo tu propiedad es inviolable sino que también puedes meterles mano a los bienes ajenos. Pero si eres un mindundi, con tus ahorros a la vista y tu sueldo controlado por Hacienda... Entonces nada tienes asegurado, pues es perfectamente posible que te quiten lo tuyo (mediante empobrecimiento, estafa o sustracción directa) sin que puedas hacer otra cosa que aguantarte o patalear muy discretamente.

Un ahorrador al que le endilgaron preferentes puede recuperar un 30% o un 40% de su inversión a cambio de renunciar a toda reclamación posterior y siempre que pueda demostrar que le engañaron al venderle el chollo. ¡Ah! ¿Pero cabe alguna duda de que un producto financiero ful denominado preferente (o sea, que tendría primacía o ventaja sobre cualquier otro) no era en sí mismo un engaño? Con las hipotecas sometidas a condiciones de usura pasa lo mismo. Podríamos pensar que tales atracos, o el mero hecho de que el sistema financiero blanco solo garantice depósitos inferiores a 100.000 euros, son un atentado flagrante al derecho de propiedad. Pero aquí, siendo todos iguales ante la ley, unos son más iguales que otros. Por eso los banqueros no van a la cárcel, los grandes fraudes (fiscales o inmobiliarios) son amnistiados y del Rey abajo todos los multimillonarios tienen el grueso de sus ahorros en el extranjero... El derecho de propiedad es sagrado y a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga.