Mientras la ciudadanía paseaba por las calles y disfrutaba de los actos programados, el Aragón oficial celebraba su rito anual en la Aljafería con sarao, vestimenta de domingo, discursos, premios, una romanza zarzuelera y ese himno nuestro que a nadie interesa, a nadie emociona y nadie entiende. Lo mejor de todo, francamente fue la fiesta callejera... y el himno. Los discursos sonaron cual zumbido de moscas en los oídos de quienes los escuchamos en directo. Las mismas incomprensibles monsergas de siempre, que ya no huelen a naftalina ni están apolilladas ni se descomponen en informes fragmentos, sino que han acabado convirtiendo sus raídos esqueletos en extraños fósiles. Solo los periodistas veteranos, asimilados en este caso a expertos paleontólogos, somos capaces de reconocer la clase de bicho que fueron esos restos pétreos de los mitos y leyendas del Aragón imaginado: túneles, trenes, Derecho, compromiso, instituciones, legitimidad... y los antidisturbios en la puerta de palacio, por si acaso.

El día de antes, el lunes, a Rudi la entrevistó en Aragón TV mi colega y amigo José Quílez, director del ente. Tiene mucho mérito dialogar en público con una persona de la que, a la postre, depende tu puesto de trabajo. Yo, la verdad, no sé cómo me las apañaría. Lo mismo me tiraba a los pies de la señora que me venía el efecto rebote y le aplicaba un tercer grado sin contemplaciones... o me echaba a reír. Pepe ventiló la lidia con oficio y un toreo de salón que dejó a la presidenta encantada de haberse conocido y al respetable soñando con los angelitos. ¿Sabe Luisa Fernanda Rudi qué quiere hacer con esta comunidad o apenas es capaz de sermonearnos con con los estereotipos habituales de la ortodoxia económica para aficionados? Lo segundo, sin duda. Aragón ya no es un objetivo ni una estrategia ni siquiera un lugar determinado; es un acto con maceros, banderas, orfeones y damas y caballeros de tiros largos. Yo lleve un traje oscuro de Hugo Boss, camisa Pedro del Hierro y corbata de Zara. De más a menos, cual relato de la crisis. Al año que viene lo mismo me avío en Primark. Si me invitan.