Si Karl Marx levantase la cabeza, no reconocería en el capitalismo actual aquel fenómeno socioeconómico y político que él analizó en sus escritos. El mundo ha dejado atrás la Edad Contemporánea, ha contemplado la aparición de nuevas tecnologías, ha asistido a la absoluta hegemonía del capital financiero, ha visto cómo la industria (y en particular la gran industria) dejaba de ser el motor de la economía occidental para transformarse en una actividad accesoria, desterrada a países donde nuevas masas obreras pueden ser obligadas a trabajar hasta la muerte. El proletariado europeo y norteamericano se convirtió en clase media. El 1 de Mayo es un ancla en la nostalgia. Después de las manifestaciones de hoy aún cantarán La Internacional (los pocos que se la sepan). Pero la izquierda clásica ya no está en su elemento ni conoce las respuestas a las actuales preguntas. Habrá de reinventarse, de renovarse, de volver a ser, de generar nuevas filosofías, de crear otras formas de luchar por la libertad y la justicia.

Mi madre, que era una mujer sencilla, lo supo de inmediato tras un viaje a Rusia (Leningrado y Moscú tras cruzar Polonia, como en los viejos tiempos). Buscaba allí los ecos de una leyenda aprendida en la Guerra de España, cuando la Unión Soviética era el único sostén de la república. Encontró algo muy distinto: represión, dictadura, corrupción y decadencia. El comunismo se venía abajo, tumbado por el propio peso de su fracaso. La socialdemocracia, prima lejana de aquel, habría de caer también, irreconocible, desvalida y adocenada por decenios de buena vida. "Nada ha salido como queríamos", dijo mi madre. Y se refería tanto al viaje como a los sueños de su generación.

Renacerá la izquierda, dicen mis amigos. Seguro, les contesto. El sistema está dejando a la gente sin futuro, y tarde o temprano llegará la rebelión social. Deberá apoyarse en nuevas tesis filosóficas, nuevos programas, nuevas organizaciones, nuevos métodos de lucha. Justo lo que aportaron Marx y otros a la generación de mi madre. Bien mirado, existe una ventaja: no habrá que empezar desde cero.