Sí, ya sé que la Ley anda estos días un pelín despendolada, con la venda por la cabeza al estilo apache, la balanza trucada y el peplum hecho jirones. Pero el frente judicial sigue siendo clave en el proceso de resistencia al desmantelamiento de la democracia social. Por eso me extraña bastante que desde los ámbitos progresistas no se trabaje más en ese terreno. ¿Por qué no se reacciona ante cada exceso gubernativo o policial, cada robo evidente, cada tropelía, cada estafa financiera, cada destrozo medioambiental...? ¿Cómo es posible que la mayoría de los movimientos y organizaciones sociales carezcan de potentes asesorías legales, capaces de medirse con los despachos de postín que defienden a los delincuentes de alto vuelo?

Están ocurriendo cosas inauditas. No tanto por el afloramiento de casos de corrupción, como por la displicente manera de justificar y normalizar esos casos cuando afectan a personas de orden, dirigentes conservadores, miembros de la familia real o reputados banqueros. Los opulentos regalos, las fundaciones trucadas, las donaciones en metálico, la retribución en concesiones y contratos públicos, los errores contables, los malabarismos financieros, las quiebras provocadas, las manipulaciones del mercado de renta variable, la promulgación de leyes que vulneran los derechos constitucionales... Todo sucede ante nuestros ojos de manera tan natural que estamos acabando por acostumbrarnos. La ley parece una entelequia, una veleta que se agita a impulso de los intereses políticos, de las influencias y del supremo poder del dinero y el estatus. Y es preciso contar con abogados decentes, dispuestos a convertir su oficio en militancia, como hace falta una nueva conciencia social capaz de movilizarse para hacer posible el mantenimiento de acciones legales ante cada agresión a los intereses populares.

Por eso celebro que ayer, en su fiesta patronal, los abogados de Zaragoza distinguieran a dos letrados, José Manuel Marraco y Pascual Aguelo que se han destacado por su contribución constante a la defensa de la ciudadanía y de la auténtica Justicia. Felicidades y muchas gracias, amigos.