Nadie del PP fue al acto en memoria de quienes fallecieron en el accidente del Yak. Por supuesto. El mayor desastre sufrido por los ejércitos españoles desde la última guerra africana (Sidi Ifni, 1957-58) ha desvelado el cinismo y el desapego con que la derecha española trata a quienes, sin embargo, usa siempre para defender sus intereses. La muerte de 62 militares hacinados en aquel mísero avión destapó con terrible brutalidad el oscuro panorama de un ministerio que había convertido el transporte de las tropas enviadas a Asia Central en una sucia combinación de apaños, trinques y desprecio por la vida de los soldados. Lo de echar tierra sobre el asunto a toda velocidad y llenar los ataúdes de restos humanos cogidos a voleo constituye el colofón sádico a un suceso escandaloso gestionado con su maestría habitual por Federico Trillo, actual embajador en Londres.

A partir de esa experiencia, el alineamiento de la gente de orden con los ejércitos (y viceversa, pues los militares suelen ser más bien conservadores) hay que entenderlo como una contradicción absoluta, una más de las que arrastra España. Pero además, en año y medio, el Gobierno Rajoy sigue acumulando ejemplos flagrantes de lo que va entre el dicho y el hecho, y no me refiero en particular al incumplimiento de su programa sino a detalles igual de sugerentes. Tenemos ahí el giro en las políticas relativas al País Vasco, el chalaneo con Mas y, de guinda, el actual barullo del déficit asimétrico de las autonomías. Los argumentos patrioteros (algunos obviamente estúpidos) han dejado paso a un oportunismo barato. Mariano es tan mansurrón como José María fue un valentón de sainete.

España, la gallarda España reaccionaria, se ha comido con patatas las nacionalizaciones ejecutadas en Argentina o Bolivia, los desplantes de los caudillos venezolanos, los abusos y crímenes de Marruecos en el Sáhara (donde personas con nuestro DNI en el bolsillo son asesinadas impunemente)... y ahora, de postre, Gibraltar en la UEFA. Sin rechistar, que Cameron es amigo y se ha venido a Ibiza. ¡Madre mía, si esto pasa gobernando el PSOE!