Empecé el día la mar de alegre. Como banda sonora del desayuno puse un poquito de afrobeat, más concretamente a Fela y África 70, en ese CD que reune sus mejores composiciones empezando por Zombie. Y me puse a comer albaricoques del Jalón, buenísimos, que me los trajo recién cogidos un colega. Entonces sonó el teléfono.

Al otro lado del nokia estaba uno de mis contactos en el PP aragonés, quejándose del Independiente de ayer sobre la comparecencia (o lo que fuese aquello) de Rajoy. Se jodió la mañana, me dije. Pero este oficio es así.

Con mucha paciencia expliqué a mi interlocutor lo difícil que resulta prescindir del sarcasmo cuando uno ha de analizar discursos tan inverosímiles y obviamente falsarios como el que se largó anteayer el señor presidente. Tomarse en serio semejante cosa vendría a ser un insulto a mi inteligencia y, sobre todo, a la de los lectores. Pero, hombre... Si cualquier persona que haya seguido un poco los casos Gürtel, Bárcenas y Blesa-Cajamadrid ya tiene una idea bastante precisa del barullo, ¿a qué viene ahora despacharnos con un "me equivoqué, soy un tío muy confiado" y la mamarrachada esa de "fin de la cita"? Las cosas, de verdad, han llegado a un punto en el que los demócratas (los de verdad) y los periodistas serios solo podemos afrontar esta situación apuntándose a la ironía extrema. Si no, andas todo el día encabronado.

Luego, para echar más leña al fuego, llegaron los datos mensuales sobre desempleo, presentados por la portentosa ministra del ramo como un exitazo de la reforma laboral. Graciosísima, doña Fátima. Que baja el paro, tú (salvo en Aragón, que aquí ni eso). ¡Pues claro! ¡Está cayendo la población activa y cada vez hay menos gente apuntada en las oficinas de empleo!

El tema es pura coña. Puestos en este plan, casi prefiero la comedia italiana. Ahí estaba Berlusconi, negándolo también todo (y le acaban de condenar). Pero por lo menos ese no va de santurrón ni de formal. Claro que Silvio es el principal exponente de la derecha postmoderna y Mariano representa a la derecha más premoderna. Qué simpáticos, los individuos.