En estos domingos de ardiente verano se pueden ver en el Telediario de TVE1 amplias informaciones sobre lo llena que está la playa de Benidorm, y poco después, en La 2, meternos al cuerpo un reportaje idéntico, solo que extraído del Nodo de los 60. Los mismos guiris, la misma aglomeración sobre la arena, el mismo triunfalismo del locutor. Ya les digo yo que estamos en pleno revival. Por supuesto, nuestra televisión pública se vuelca una vez más sobre la expansión cualitativa del turismo, pero no dice ni media palabra de la ruina caracolera que azota al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde los mejores investigadores capean el temporal aterrados o simplemente emigran. La España oficial regresa al imaginario elemental de hace medio siglo: desidia al borde del mar y que inventen ellos.

Resultan encantadoras las crónicas estivales de sociedad y chinchorreo que exhiben al Rey y su familia en Mallorca, como si la estancia en la isla, en vez de veraneo, fuese para los Borbones una etapa de intenso trabajo. Bueno, a ver si esta vez Su Majestad no la lía. Porque el anterior viajecito a Marruecos está teniendo un epílogo de traca maraca, con el follón del pederasta espía y todo lo demás.

Las playas, sobre todo aquellas que atraen a la jet-set (o sea a los muy ricos y parásitos en general), permiten conjurar la crisis por el procedimiento de envolverla en una capa de crema solar, tangas, música politónica dance y una atmósfera de lujo incontenible: yates, bugas, joyas y fiestas benéficas. Al parecer la cosa va bien, muy bien, allí donde está la gente con dinero. Ya llegan los rusos (horteras y peligrosos, pero podridos de pasta), pronto vendrán también los chinos (los que puedan permitírselo, claro). Son los biznietos de Lenin, los nietos de Mao. Y encuentran en este capitalismo nuestro, tan posindustrial y tan guarrete, un ámbito perfecto para su desarrollo personal. O sea, que si les preocupa a ustedes el futuro de sus hijos, apúntenlos al Masterchef infantil y eviten como sea que se aficionen a las matemáticas. Tenemos Benidorm y Marbella. A la mierda el CSIC.