Era de prever, ¿no? Lo del paro, digo. Porque si ustedes se han percatado, mientras los datos del Ministerio de Empleo o los de la EPA venían medio apañados (aunque fuese con ¡31 parados menos! en un mes) el Gobierno anticipaba la noticia o la filtraba antes de que el organismo correspondiente la emitiera formalmente. Una práctica anómala y fuera de los protocolos que deben rodear la elaboración y difusión de las estadísticas oficiales. En contrapartida, cuando las cifras emergen feas y desagradables, Rajoy y los suyos se callan como muertos vivientes e intentan distraer la atención de las masas. Señalan afanosos a la negra oscuridad y repiten incansables que al fondo titila una luz. Como no sea la lucecita de El Pardo transplantada a Moncloa...

El agresivo proceso de comunicación que está desarrollando el Ejecutivo demuestra la capacidad que tiene el poder a la hora de crear realidades paralelas, inoculadas mediante ejercicios de información alucinatorio (por llamarlo de alguna forma). Imponiéndose tanto a unos medios en horas bajas como a una intelectualidad que se vende barata y renuncia alegremente a crear opinión fundamentada, el Gobierno nos describe con increíble éxito un progreso económico imperceptible y más falso que el alma de Judas. Sin embargo, incluso gente de nivel asume ya como cierta la mejoría de los datos macro, aunque advierta de que las cosas siguen muy mal a nivel micro. Craso error. Pese a lo que se nos cuenta, también la macroeconomía sigue de pena, de puta pena. Una décima (¡una décima!) de crecimiento es insustancial. Sobre todo porque el INE suele retocar a posteriori su cálculo del PIB, que puede ser rebajado más tarde. Con lo cual cabe que nos creamos lo del final de la recesión... o no. El resto de los datos que suelen barajarse (déficit, pedidos industriales, evolución del negocio por sectores, consumo interno, renta per cápita, cotizantes a la Seguridad Social... y paro) van de culo y cuesta abajo. El repunte macro es una ilusión inducida y apoyada en detalles irrelevantes y volátiles.

Pero vamos tragando y tragando. Ahí sí que gana el Gobierno.