La conflictividad que se vive en la cárcel de Zuera es tan extrema que los funcionarios quieren huir en desbandada. Basta un dato para entender la situación: 42 vigilantes de este centro han solicitado traslado a otras prisiones españolas y sólo siete han pedido prestar servicio en Zuera. El hacinamiento y el violento perfil que ofrecen muchos reclusos generan una gran inseguridad que ha sido reiteradamente denunciada por los funcionarios. Las recientes agresiones a unos vigilantes durante el traslado de unos presos peligrosos es la gota que ha colmado el vaso. Zuera es un polvorín y habrá que desactivarlo.