Por fortuna existe un índice inexcusable que nos examina a diario de nuestra capacidad de gestión; se llama prima de riesgo. Cuando este indicador no existía, los gobernantes podían inventar milongas a través de sus maquinarias de prensa, y a menudo, nos las metían cruzadas. Ahora existe la prima de riesgo que significa el grado de confianza sobre las políticas de un país. No hay forma de engañarla. Y la prima se dispara cada vez que abre la boca Rajoy.

La abrió en el Parlamento y mostró el desconcierto y la locura en que ha convertido su carrera. De golpe, el presidente del gobierno español se ha convertido al lumpen barriobajero. Se ha hecho un fanfarrón. Un Mourinho. Despreciando a los líderes de la oposición que le reprochan lo mismo que le censura Europa. En estos momentos, el problema español se llama Mariano Rajoy.

Inmersos en esta vorágine de despropósitos, de dispendios, de repartos de botín, de desvergüenzas jurídicas, los hombres y mujeres honrados ven despreciados sus trabajos. Como los profesores. El cimiento del futuro. Son tachados de vagos, de maleantes, de gorrones, de revolucionarios que se quieren cargar el sistema. Estuve en un instituto con varios de ellos y se muestran desolados. Pero no deben reblar. Si desaparece la enseñanza desaparece España. Solo desde la educación, la enseñanza y la cultura se puede rebajar la prima de riesgo. Solo los países que invierten en sus profesores, en su educación, estarán preparados para el futuro.