El año literario comienza tradicionalmente en Barcelona, con la entrega del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Y me llevo un alegrón al entrar en la sala del Museo Marítimo, donde, también tradicionalmente, tiene lugar la entrega del galardón, para comprobar que ha recaído en un extraordinario escritor, Ricardo Menéndez Salmón, por su nueva novela, El Sistema. Con mayúscula, como también el autor.

Este Sistema de Salmón es un poco esa cúpula de cristal o roca magnética que nos referencia y domina, a veces el poder, a veces el lenguaje, la historia, esas eras del tiempo y civilizaciones futuras, aquel hombre que fue y quien está por venir, a los que un artista de la palabra como Salmón trata de conjurar con la magia de la gramática, haciéndolo en vano, como toda utopía, como toda ucronía, pero valerosamente, desde una trinchera personal, solo ante el peligro de otras voces y cantos de sirenas, solo ante el silencio del texto que se le aparece igual que un glaciar en el horizonte, helado y blanco como el alma,

Esta idea ilustrada de la literatura filosófica, bajo el cielo de la utilidad, nos comunica con la Europa de Voltaire o de Orwell, con el sueño de la razón y la lucidez de la ciencia. Pero Salmón, al cabo, es un narrador, y su literatura, melancólica y mítica como esas páginas de Onetti que el autor cita con reverencia, se abre camino entre el muro de los sistemas, entre la conspiración de los poderes visibles o invisibles, para consolarnos con su punzante belleza y tal vez para despertanos a un nuevo sistema de signos donde, tanteando por las paredes de otra caverna platónica, alcanzemos a ver la luz de un desconocido exterior.

Por lo demás, disfruté enormemente al reencontrarme con colegas tan queridos como María Dueñas, Luz Gabás, Javier Sierra, Espido Freire, Fernando Marías, Manolo Vilas, Enrique de Hériz, Antón Castro, Alicia Giménez Bartlett, Andreu Martín o la muy competente y carismática editora de Seix--Barral, Elena Ramírez, con quienes fue un placer conversar acerca de tantos temas comunes como nos preocupan e inquietan, desde las tendencias literarias hasta el acechante comportamiento de ese Sistema que siempre está ahí, sobre nuestras cabezas, pendiendo y pendiente, lejos y cerca, ayer, mañana y siempre, hasta que la muerte del ciclo o el cíclico Menéndez Salmón lo separen.