Es fácil suponer que Javier Lambán, nuestro amado presidente, ha querido salvar el escollo del impuesto de sucesiones abrazado a la derecha porque cree que eso le sitúa en el centro y le permitirá mejorar sus opciones electorales. Tampoco es complicado, sin embargo, deducir que tan extraño regate, que ha dejado a CHA y a Podemos (también a IU, supongo) sentados en el césped, no ha de otorgarle más votos sino que potenciará las expectativas conservadoras. Aunque de aquí a la próxima primavera puede pasar cualquier cosa que hoy ni imaginamos, sí hay algo seguro: Aragón seguirá endeudándose porque su déficit no solo se está haciendo crónico sino que tiende a aumentar por la simple razón de que este es un territorio extenso, demográficamente disparatado y habitado por viejos que cada vez son más viejos.

Estamos metidos en un círculo muy vicioso: los mismos que reclaman reducir la presión fiscal para homologarnos con las comunidades más baratas al respecto, claman contra la deuda creciente aunque no dejan de exigir un incremento objetivo del gasto en servicios, sobre todo allí donde estos son más caros aunque más necesarios para frenar la despoblación. Llegados a tal punto, la única solución consiste en mejorar la financiación encontrando otras fuentes de ingresos y reclamando una reforma en profundidad del sistema de financiación autonómica (como le reclama Lambán a Sánchez). Lo cual, por cierto, nos aboca a una cruel rebatiña por la pasta, porque en esta España de la igualdad de derechos jamás los derechos han sido los mismos en uno o en otro lugar de la piel de toro. Ni lo serán, aunque tal vez, con habilidad y suerte, se logre reducir las diferencias. Por supuesto, si se produce la recentralización que reclaman algunos, la discriminación será aún mayor, como deberíamos saber los aragoneses si tuviésemos un poco de memoria.

En fin... Ahora vendrán los que saben resolver este embrollo ahorrando en sueldos de políticos, senadores, asesores y funcionarios. Muy sencillo, oye. Pero, claro, otra cosa es hablar en serio. Sin coñas.