Conozco familias muy de izquierdas que llevan a sus hijos a colegios concertados y familias muy de derechas que los llevan a colegios públicos, lo que significa que a la hora de elegir el modelo educativo no hay prejuicios ideológicos o religiosos que valgan. Nadie puede imponer a los padres el modelo educativo que no desean, lo dice la Constitución, pero la realidad es otra: la educación es un arma electoral cargada de demagogia y cuando gobierna la derecha castiga a la pública (el PP cerró 112 aulas y 30 escuelas rurales en la anterior legislatura en Aragón) y cuando gobierna la izquierda sigue el mismo patrón (el PSOE ha abierto 51 aulas públicas y tiene intención de chapar 29 en la concertada por imposición de Podemos). No se debate pues sobre el modelo, calidad y financiación de la enseñanza, no hay debate, nadie va más allá del rédito político a corto plazo cuando ya debería estar muy adelantado un gran pacto de Estado. La concertación es un asunto muy controvertido porque los conciertos, que fueron una magnífica solución cuando el primer gobierno socialista amplió la escolarización y financió a los centros religiosos para atender la demanda, necesitan una puesta al día. Ahora mismo el factor religioso no es determinante en los concertados como no lo es tampoco la calidad educativa porque no pueden competir con los públicos, que gozan de profesores seleccionados mediante duras pruebas y menos niños por aula. Otra cosa son los factores sociales, la segregación por clases, y esto sí debería ser prueba de madurez democrática. H *Periodista