Personas que nunca tenéis una lucha más importante que lo que encierra su hermético día ¿Cómo lo hacéis? ¿Cómo conseguís poder vivir sin que os afecte lo que le pasa al mundo del que formáis parte? ¿Qué ropa os ponéis para vestiros de asepsia? ¿Dónde os laváis para que todo os resbale? ¿Qué clase de cuerpo tenéis para que no se estremezca con los latigazos que reciben otros cuerpos? ¿Sois una clase superior que está por encima de cualquier sufrimiento mundano? ¿Es que vuestros átomos sólo contienen neutrones, partículas sin carga eléctrica?

Me alucina vuestra capacidad para no tocar lo que nos escuece, no vaya a ser que se os llenen de mierda las uñas. Preferís vivir en la ponzoña del miedo a posicionaros ideológicamente por si se os joden los negocios. Autómatas de la tiranía del individualismo, no dibujáis más hitos que las tareas de vuestra agenda. Os mantenéis impertérritos mientras se atenta contra los derechos humanos y al mismo tiempo sois capaces de destilar una ñoñería infame sobre tontadas propias de las carpetas de 8° de EGB. Nada vuestro se impregna de lo colectivo. El mundo cada día se desangra por una herida abierta y vosotros estáis ocupados actualizando vuestro maldito blog. Es como estar mirando un desfile de alta costura en medio de un bombardeo. Escondéis vuestra opinión comprando citas célebres a granel. No cuestionáis nada por si eso os va a causar ardores. Si escucháis gritos, subís el volumen de la música para no oírlos. Parece que os patrocina la vida esa marca de refrescos que vende felicidad en una parte del mundo mientras explota a niños en la otra. Vuestro disfrute no puede verse afectado por dolores sociales. Seríais capaces de haceros un lazo rosa con la soga que nos está ahogando. En vuestra burbuja hedonista no cabe la solidaridad.

La tierra se quema al mismo tiempo en muchos lados y todos necesitamos huir de vez en cuando y coger aire. Pero respirar no te tiene que hacer olvidar que sigue habiendo fuego. Buscamos un paréntesis de oxígeno en el que refugiarnos. Hacemos malabares con las palabras para bregar con lo que nos irrita. Por ejemplo, yo necesito el humor como armadura para defenderme de los ataques con navaja de este sistema que más que gobernarnos, nos asalta. Utilizo el sarcasmo y la ironía para hacer esgrima contra quien nos empuja. Le busco el sosiego por un rato al mundo en un libro, en una cena, en una conversación o en una risa. Me salgo del mapa de la actualidad y deambulo en soledad y sin rumbo. Me encierro en un surco y luego vuelvo. Vuelvo aquí, a lo que nos pasa. Porque mi propio relato personal no está aislado del que escribimos en plural. Porque no soy capaz de vivir sin mancharme con lo que nos está pasando. Cuando todo explote, recordaré que los números primos sólo pueden dividirse por ellos mismos y por uno. Como vosotros, los que cambiasteis el estar juntos por ser envasados al vacío, contenedores de ausencias. Si vuestra vocación es ser apátridas emocionales y exiliados sociales, que seáis felices en vuestra vida de solos. Activista cultural