Ayer, apenas colgada en la edición digital de este diario la noticia sobre la supresión de animales en la Cabalgata de Reyes (la de Zaragoza), ya había una treintena de comentarios al respecto. La decisión del gobierno municipal levantó, una vez más, enorme polvareda, a partir de una cuestión aparentemente menor, o anecdótica, o como quieran calificarla. Ni las tensiones entre ayuntamiento y FCC por la contrata de parques y jardines ni otros espinosos asuntos tenían tal repercusión. Hace poco, el mismo ayuntamiento frenó en seco la recalificación urbanística que hubiera permitido construir 20.000 viviendas en el área de Venecia, y el personal se quedó tan tranquilo. Así de peculiares son las reacciones de la opinión pública.

Y mientras los lectores reaccionaban con tal vehemencia ante esa información animalista, el grupo de amigos con quienes estaba yo inició un debate paralelo no menos apasionado. Calculamos qué esfuerzo relativo les podría suponer a unas ocas cubrir el recorrido del desfile del 5 de enero, teniendo en cuenta que las simpáticas aves tienen las patas cortas, el cuerpo pesado y son palmípedas, lo cual no parece muy adecuado para caminar sobre el duro asfalto. Al final, no sé cómo, el debate abandonó las disquisiciones zoológicas y se trasladó a otra naturaleza, la de la nueva política, que por supuesto resultó ser un terreno resbaladizo. Casi reñimos.

Lo cierto es que ZeC lleva muy poco tiempo en el gobierno de la Ciudad Inmortal, anda bregando con los empandullos que, heredados, tiene que poner orden en las cuentas (si es posible) y todavía no ha propuesto un verdadero plan de gestión a corto, medio y largo plazo. Sin embargo, sus campanadas más sonoras han surgido de temas colaterales, como el nombre de un pabellón de deportes o esto de las ocas, burros y dromedarios (ni les digo cuando entremos a polemizar sobre los bovinos bravos). Todo ello estaba en el guión de Santisteve y los suyos, pero ahora casi parece una frivolidad, a la vista del impacto que causa en el vecindario. No obstante, yo me solidarizo con las ocas y el jumento. Pobrecicos.