El estallido del caso Rato ha desvelado una serie de escaramuzas internas en el PP, con una oleada de rumores e insinuaciones que dejan la impresión de que hay dirigentes interesados es moverle la silla a Mariano Rajoy. Después del ridículo intento de desligar del partido las acusaciones contra Rodrigo Rato, intentando reducirlas a un caso personal, el propio Rajoy salió a corregir a su vicepresidenta para aceptar que el escándalo afectaba de lleno al PP. Pero no solo el comportamiento fiscal de Rato. También deterioraba la imagen del partido y del Gobierno la forma en que se conoció la noticia, la convocatoria de los medios para que plasmaran el arresto del exvicepresidente de José María Aznar y la extraña, como mínimo, actuación policial y judicial, con disputas entre órganos judiciales y con una detención que, insólitamente, no acabó, como es de recibo, con la presentación del detenido ante un juez. Ahora, algunos medios desvían el tiro y sugieren intervenciones socialistas en el operativo, pero lo cierto es que el problema lo tiene el PP.

DAÑO A LA IMAGEN DE RAJOY

Aunque todo lo ocurrido estos días perjudica la imagen y autoridad de Rajoy, sería prematuro apostar por la muerte política del presidente del Gobierno, que ha demostrado muchas veces su capacidad de resistencia. Pero los nervios y ciertos apresuramientos son indudables y se expresan en las denuncias en privado sobre quién filtró el caso, en las peticiones a Rajoy para que acceda a las exigencias de la oposición y permita publicar la lista de cargos investigados por Hacienda y en los desmarques de dirigentes como el presidente gallego Núñez Feijóo o la sempiterna Esperanza Aguirre.

Al bullicio interno contribuye asimismo la reacción complaciente del PP ante el descubrimiento de que Federico Trillo o Vicente Martínez-Pujalte cobraban por asesorías orales mientras eran diputados. En este caso, la reacción oficial es equivocada porque el problema no es si el cobro es legal o no. El problema es que ambos ingresaban sumas astronómicas por charlar mientras tomaban café, lo que induce a sospechas de cohecho, sea propio o impropio.

Todo este clima enrarece la situación a un mes de unas elecciones que son las que dictarán sentencia. El resultado del PP será decisivo para que las aguas se calmen o arrecie la tempestad.