Desde hace tiempo, mientras los hijos del 15-M se comían el tarro con las maravillas de la democracia participativa, no pocos abanderados del sistema iban poniendo en cuestión no ya el asamblearismo sino el simple hecho de votar. Últimamente, tras la implosión del PSOE, ese criterio (el que cuestiona las urnas) se ha extendido con una rapidez y una profundidad conceptual que asusta. Primarias, consultas a los militantes, referendos, transparencia deliberativa, debates abiertos... todo ello es objeto de feroz crítica e incluso brutal desprecio. La democracia liberal --se viene a decir-- es demasiado importante y transcendente como para dejarla en manos de las bases de los partidos y los votantes corrientes y molientes. ¿Qué saben ellos de las verdades de la vida? ¿Cómo cabría subordinar la voluntad de quienes sí entienden la mecánica del poder... al visto bueno de unas masas ignorantes y sentimentales, prestas a dejarse convencer por los demagogos de turno?

Mira el brexit. Mira lo de Colombia, Mira lo de Hungría... Y todavía argumentan: Trump es fruto de las primarias, que si por aparato del Partido Republicano fuera, jamás habría sido designado candidato semejante energúmeno. Evidentes simplificaciones, sin duda. Pero de ellas ha surgido un argumentario calcadito del que utilizaban durante el siglo XIX e incluso parte del XX los contrarios al principio de «un ser humano, un voto». No solo los reaccionarios habituales, ojo, sino personajes progresistas que en España, por ejemplo, consideraban un error dar el voto a las mujeres porque la mayoría de ellas podían ser manipuladas por la Iglesia Católica.

Jamás pensé que volvería a escuchar semejantes cosas, ni que el afán por coincidir con el pensamiento de las élites (económicas, por supuesto) arrastraría a tantos expertos reconocidos, intelectuales y observadores cuya finura nadie ponía en duda. Al parecer, la democracia se ha convertido en un engorro. Claro: poner al mismo nivel la opinión de una persona de calidad y la de un zarrapastroso... ¡A quién se le ocurre! H