El PSOE se revuelve dentro del sarcófago sin encontrar la salida. No crean ustedes que es tan difícil abandonar la tumba. Basta con empujar la tapa y salir al exterior. Pero la dirección socialista patalea una y otra vez, empeñada en escarbar boca abajo, hacia el oscuro y mortal pasado, en vez de empujar hacia arriba, hacia la luz y el futuro. Es porque este partido tiene a las espaldas más de un siglo de historia, me advierten los próximos a la formación. Bueno, les respondo, un siglo menos 40 años, que lo de Suresnnes fue una refundación en toda regla. Justo a partir de ese momento la socialdemocracia española inició el camino que la ha traído hasta el día de hoy. Es ese trayecto relativamente reciente el que proyecta su influjo sobre Pedro Sánchez cuyo liderazgo (como el de Susana Díaz en la nación andaluza) requiere, al parecer, la bendición de Felipe González. ¡Ay, González! Nadie como él ha brillado en el firmamento político español, ni ha disfrutado de un retiro tan respetado como provechoso. Cuán honda será su huella, que algunos sueñan con que vuelve al ruedo y, entonces sí, las tardes se llenan de gloria. ¡Olé!

Sánchez ha podido hacer pocas apuestas propias. Colocar de candidato a Gabilondo, profesor e independiente, ha sido una de ellas. Le han dejado, creo yo, porque el descalabrado Tomás Gómez estaba tocado y carecía de mayores apoyos, y porque en Madrid quedaba poco por rascar. En otros lugares, el viejo aparato ha impuesto su ley. En Aragón, por supuesto. Candidatos, los pactados. Novedades interesantes, apenas ninguna. Nula intención de escenificar una ruptura con el desprestigiado PSOE de las mil y una chapuzas y trapacerías.

En la provincia de Zaragoza, el PSOE de Mallén ha puesto a Pedro Rueda de primer candidato municipal. Este ciudadano ya se sentó en el banquillo (aunque salió absuelto) junto al anterior regidor, Antonio Asín, inhabilitado (y al que fue preciso sacar del ayuntamiento con palanca, agua hirviendo y exorcismos varios). Ahora, Rueda vuelve a estar imputado. Ya les digo: el cuento de nunca acabar. A ver qué hace Lambán.