Quienes apoyan o justifican la llamada «sentencia de La manada», incluidos los portavoces de Jueces para la Democracia (¿?), intentan explicar el fallo recurriendo a supuestos tecnicismos jurídicos que los demás mortales no sabríamos ni podríamos entender. Otros, los partidarios del machismo sin fronteras ni límites, son más francos en su desvarío emocional e ideológico y se retratan de cuerpo entero, al estilo del juez Ricardo González: aquello fue un jolgorio, la chica consintió y los lobitos, a la calle. Qué joder.

Pero ni esta sentencia ni otras decisiones judiciales se fundamentan en los arcanos de una ciencia oculta. De eso nada. Lo que no puede entender cualquier ciudadana/o dotada/o de una regular comprensión lectora y un mínimo de sentido común (del de verdad, no el que invoca siempre Mariano Rajoy), tiene gato encerrado; es, sencillamente, una babaridad, una impostura o un fraude. Por ello la sentencia de La manada se revela como algo indigno, porque está llena de afirmaciones improbables cuya agrupación impide entender sus conclusiones. Y si hablamos del voto particular del citado juez González, el que quiso absolver a los cinco acusados, no cabe definirlo como inverosímil, sino como algo terrible e impropio de quien, supuestamente, imparte justicia.

El escueto relato de los hechos,las circunstancias probadas de los mismos, los mensajes que intercambiaron los acusados antes y después de perpetrar la canallada, sus antecedentes, las filmaciones, la estrategia de sus abogados... todo deja fuera de lo probable la absurda sentencia.

Se producen acontecimientos que desmienten cualquier pretensión de que este sea un país con una democracia consolidada y de calidad. Nuestra imagen en el exterior se deteriora por momentos. Colectivos a los que se ha adjudicado poder y responsabilidad (y si quieren metemos ahí a los periodistas, además de políticos y jueces) parecen fuera de control. Las ideas más disparatadas, los argumentos más reaccionarios jalonan un viaje hacia el pasado. Es la España improbable... Pero real.