Esperpéntico y patético el espectáculo orquestado por el doctor Sánchez, experto en poner en solfa hasta a su mismísima madre, siempre con idéntico sermón: el bien común. Y ahí tenemos sobre la mesa esa moción de censura, vendida como la única salida a la situación diabólica de perversión y corrupción absoluta que atraviesa nuestro país (a la luz de la sentencia Gürtel), cuando la única razón de ese movimiento político es el mero interés electoral particular de cada grupo político, no sólo de los socialistas. Cada loco con su tema, pero en este caso concreto, todos tienen un objetivo común: sacar a Rajoy del sillón y maximizar sus aspiraciones electorales. Así lo demuestra Pedrito, que blinda su moción prometiendo al PNV los presupuestos pactados con el PP. Lo tremendo es que justifiquen la moción como el único modo de acabar con la corrupción política en España, obviando por completo que de ella no solo son responsables los populares sino también muchos socialistas que ahora van con el run-run anticorrupción. Mientras, los chicos de Rivera, obsesionados con las urnas; los de Iglesias, con el rollo de que unos años de izquierda real pararían a la derecha abusadora; y los del PNV, esgrimiendo su concepto ético de la política (que ahora anteponen al de estabilidad que hace una semana vendían), por miedo a quedarse solos junto a Cs y PP. Sin comentarios. Bonito panorama el de nuestro particular show «moción de censura». Los personajes esperpénticos de Valle-Inclán, bebés al lado de nuestra clase política. Pasen y vean, la función va a comenzar.

*Periodista y profesora de universidad