Además de provocar la peor crisis política sufrida por España desde la Transición, el conflicto en Cataluña se ha convertido en una espesa cortina de humo que deja entre tinieblas cualquier otro acontecimiento o situación. En consecuencia, ni siquiera los trágicos incendios de Galicia aguantaron más de dos días en el primer plano de los informativos. A Feijóo, la circunstancia le vino de perlas: se tapó con lo del terrorismo incendiario, esperó la llegada de las lluvias y ya solo tuvo que dejar pasar la gran manifestación contra la política forestal del Gobierno que preside. Caso cerrado. Hasta la próxima.

¿Cómo no vamos a estar preocupados con lo que pasa y puede pasar en Cataluña? Es inevitable. Pero esa profunda inquietud contribuye a dejar fuera de la línea de tiro los informes de la Fiscalía en el juicio a la Gürtel, las conclusiones sobre los vínculos entre Bárcenas y la caja B del PP, cualquier evolución del caso ERE, la sequía, el cambio climático, el carácter desigual de la supuesta recuperación económica, el salvaje aumento del recibo de la luz...

Las noticias vienen cargadas de DUI, artículos 155, acusaciones, operativos de Interior para neutralizar a los Mossos e intensos debates sobre si TV3 es más manipuladora que TVE o al contrario. Poco margen queda para enterarse de cualquier otra cosa. Ni siquiera de algo tan significativo y aleccionador como los referendos que la reaccionaria y xenófoba Liga Norte ha conseguido llevar a cabo en Lombardía y Véneto.

De lo que pasa en Aragón, parecido. Qué suerte para los autores directos e indirectos de las chapuzas y chanchullos que ahora se nos vienen encima: el ICA, el coste de asegurar el embalse de Montearagón cuya presa se sigue deslizando... o esa absurda, ruinosa y desdichada autopista de peaje ARA-1, que ahora les supondrá a los contribuyentes de la bendita Tierra Noble un pellizquito de más de 40 millones.

O sea, que el secesionismo catalán tiene sus ventajas. Todos los sinvergüenzas de España, empezando por los que actúan en Cataluña, están encantados. ¡Más humo!, ¡más!