El plan del Gobierno aragonés para unir las estaciones de esquí del valle del Aragón con Formigal, presentado ayer en Canfranc, puede suponer un intento de que no se abandone esa iniciativa, pero no un impulso real de la misma. Su valoración, estimada en 60 millones de euros y en una época en la que el déficit presupuestario se ha mostrado con toda su crudeza, no parece que sea el mejor momento para inversiones de ese nivel. Y está por conocer el hipotético interés de la iniciativa privada. En cualquier caso, la propuesta se contempla en una perspectiva de diez años, un periodo sobre el que es difícil prever la evolución económica y, por tanto, la capacidad de recoger en presupuestos esa voluntad. El interés por dinamizar el desarrollo socieoeconómico de la zona es loable, falta que sea asumible.