¿Qué habéis hecho, políticos de todos los pelajes, con la herencia que os dejaron los que un día entonaron el canto a la libertad? ¿Qué habéis hecho con el esfuerzo de los que sembraron democracia y prosperidad sobre una tierra que aún escupía sangre? Vosotros, hombres y mujeres que ocupáis los sillones que un día se ganaron con generosidad y sacrificio, los estáis cubriendo de ruindad y odio. Con vuestras cuitas partidistas, cálculos e intereses, estrategias para tapar la vergüenza de la corrupción, vuestra cobardía y vuestra mediocridad, estáis escarbando en las cicatrices, ¿sabréis sanar las heridas?

¿Qué habéis hecho, políticos viejos y nuevos que sumáis impotencias, con el país que salió a galopar y que se soñó con la cara al vent? ¿Por qué dejáis que el recuerdo de la noche, la noche más larga, vuelva a imponerse? Habéis levantado muros de banderas, convertido las lenguas en estiletes, sembrado humillaciones y pervertido las palabras. Dejad de sentiros superiores. Unos y otros. Hay que ser muy débil y mezquino para despertar las pesadillas y defenderse tras ellas.

¿Qué habéis hecho con la herencia de esos pocos, porque fueron pocos, que usaron su cuerpo para desafiar una dictadura? Esos que se unían con el canto, que se armaban con la palabra, que corrían perseguidos por los grises, que se arriesgaban en una clandestinidad que olía a miedo y esperanza. ¿Por qué dejáis que vuelva el silencio? ¿Por qué resucitáis a los cómplices del régimen de entonces, que eran muchos, porque fueron muchos y de todos los acentos? ¿Por qué camináis junto a los que han robado a ese pueblo que decís defender?

Y tú, político de cualquier pelaje, si no eres uno de ellos, ¿a qué esperas? Deja de escuchar a los mensajeros del odio y busca en las palabras heredadas el verdadero sentido de la democracia. El rencor acecha en las esquinas y las creencias ya son velos que cubren las miradas. Hay una tierra que espera tu generosidad. Y tu responsabilidad.

*Escritora