El conflicto entre Israel y Palestina sigue caminando por una pendiente que solo lleva al aumento de la violencia y a la asfixia de la causa de la paz. Tal día como ayer, en 1991 se abría la Conferencia de Madrid, el intento más serio realizado en los casi 70 años de conflicto y en el que se habían depositado tantas esperanzas. Con los acuerdos de Oslo que se derivaron de aquella conferencia acabó la primera Intifada. Pero hubo una segunda en el 2000, cuando el entonces jefe de la oposición israelí, Ariel Sharon, hizo una exhibición de prepotencia en la Explanada de las Mezquitas. Cuando han pasado pocos meses desde la letal operación contra Gaza, aquella misma explanada de Jerusalén es ahora el escenario donde se dirime el conflicto bajo el ropaje religioso y de identidad de unos y otros, presagiándose una posible tercera Intifada. Al mismo tiempo, el primer ministro Binyamin Netanyahu está acelerando la creación de nuevas viviendas en territorios ocupados. Con el aumento de las colonias está dibujando un mapa de Cisjordania en el que será inviable la creación de un Estado palestino con continuidad geográfica.