Hace tiempo me preguntaron por las redes sociales y su papel como medios informativos. Bueno --dije yo con el atrevimiento de los ignorantes--, esas redes son instrumentos para la comunicación entre las gentes, pero informar es otra cosa, más compleja y elaborada de lo que puedan dar de sí Facebook y Twitter. Por supuesto metí la gamba hasta el fondo. Apenas unos meses después, mis colegas más dinámicos y digitales ya buscaban captar lectores, oyentes o televidentes a golpe de ciento cuarenta caracteres o actualizando constante y meticulosamente su perfil. Un servidor, sin embargo, como es descreído, analógico y ajeno al recurso del método no está en ninguna red, ni es capaz de hacerse seguidor (o como se llame) de quienes sí transitan por dichos lugares virtuales. Me fío de los lectores amigos, capaces de difundir por tales mundos artículos como este o enviar su enlace a los enormes grupos de Wahtsapp, por donde corren, descarados, los rumores, intoxicaciones, bulos (fake news), alegrías, saludos, novedades, insultos y calumnias.

Así, lejos del mundanal ruido, se vive relativamente tranquilo, y manejando medios informativos profesionalizados y de solvencia contrastada es muy dificíl que te den gato por liebre. No soy, en absoluto, partidario de crear mecanismos de censura o persecución que tengan por objetivo las falsas noticias. Sobre todo porque, una vez puestos en marcha, ¿quién podrá fiarse de que sepan distinguir con objetividad e independencia la mentira de la verdad?

A la postre, la duda razonable sobre la veracidad de la información no es solo pertinente cuando de redes sociales se trata. TVE, por ejemplo, difunde y oculta, enfoca y desenfoca según le place al Gobierno y al margen de la voluntad de los mejores periodistas de la casa, muchos de ellos desterrados a las catacumbas de Prado del Rey. No es consuelo que otros medios públicos funcionen por un estilo. En todo caso, las fake news van y vienen por múltiples canales. Pero casi duele más cuando el tráfico de la posverdad corre por cuenta del contribuyente.