137 años de servicio a España», trabajar por una «política para los ciudadanos», abandonar la «política de los partidos», poner «fin al bloqueo y la parálisis», son algunos de los argumentos de peso que hoy esgrimen los socialistas para justificar su parabién al gobierno rajoniano. ¿Por qué ahora sí y antes no? El empecinamiento personal de Sánchez ha jugado una mala pasada al PSOE, que dejó durante un tiempo de pensar en el bien común, como afirmaba con vehemencia su portavoz parlamentario, Hernando. Pero, sin embargo, también ha servido para descubrir a una agrupación política, que ha intentado luchar por una coalición progresista alternativa a Rajoy (por una izquierda unida, algo que dice mucho en positivo del partido y de la figura de su ex secretario de organización). Finalmente, no pudo ser, pero fue precisamente por la negativa y la cerrazón de aquel que hoy tilda de delincuentes a los miembros de la Cámara y se queda tan pancho. Es fácil ir de abogado de las causas perdidas, de defensor de los intereses del pueblo, culpar a los socialistas del «abstencionazo» y de facilitar un gobierno del PP, pero cuando en verdad, su excelentísimo Iglesias, pudo demostrar esa supuesta preocupación por «la patria y los ciudadanos» firmando un pacto que velara por una España diferente, no hizo otra cosa que mirar para otro lado, por egoísmo, por interés propio, por falta de responsabilidad y soberbia política. ¿Entre farsantes y facilitadores, con quién se quedan? Está claro, con los que realmente han pensado en el futuro de este país.

*Periodista y profesora de universidad