La catarsis socialista de las últimas semanas, desde que se produjo la caída de Pedro Sánchez, ha socavado por igual las bases directivas e ideológicas del PSOE.

Si en su superficie veíamos moverse candidatos y rostros, emerger unos, desvanecerse otros, más abajo, hacia la raíz de las ideas, el debate se establecía en torno a los riesgos de facilitar un gobierno conservador, si debía vicariamente proveerse, si había a toda costa que impedirlo. Ganó el posibilismo, la muy establecida socialdemocracia de un partido básico y, al mismo tiempo, gastado en sus basamentos, y se abrió una crisis interna.

Muchos socialistas españoles se giraron entonces hacia su historia y líderes fundadores en busca de una armadura argumental, de la misma manera que la más que prometedora escritora aragonesa Virginia Aguilera ha buceado en los orígenes del socialismo utópico en una novela, Ojos ciegos (Reino de Cordelia), que acaba de ganar el prestigioso Premio Francisco García Pavón.

En sus páginas, situadas en los fríos páramos de Teruel, y en un revolucionario siglo XIX, un juez deberá investigar la misteriosa desaparición de una mujer en un falansterio o comuna ideada por el socialista francés Charles Fourier, un ámbito civil radicalmente reformado donde los cánones y canonjías, hábitos y cortesías, nombramientos y leyes a las que los españoles decimonónicos estaban acostumbrados simplemente se invierten; se esfuman como esa mujer a la que buscará por el falansterio, afanosamente, el invidente juez Rodríguez, secundado por una muchacha que le hará de bastón y guía.

La novela, magníficamente escrita, pendula entre el género negro y la reflexión filosófica, invitando al lector a meditar en profundidad sobre el libre albedrío y la libertad colectiva, sobre un nuevo estilo de vida en comunidad inspirada en la naturaleza y en una implacable igualdad que los seguidores de Fourier intentaron imponer en sus falansterios, semilla de posteriores intentos de convivencia comunal, especialmente entre la experiencia anarquista.

La visionaria utopía fourierista tenía sus puntos débiles y así, como contraste a los ricos y también contradictorios personajes de Ojos ciegos, se refleja en la excelente novela de Virginia Aguilera, trufada de socialismo utópico y sobre todo, de talento.