Mañana comienza uno de los grandes cónclave culturales del año, sin duda el punto caliente del sector editorial en España.

Me refiero a la Feria del Libro de Madrid, que se celebra, como viene siendo tradicional en los últimos años, en el popular Parque del Retiro, en pleno centro de la capital de España. En la presente edición, la organización ha sido capaz de reunir cerca de cuatrocientas casetas, por cuyo sinuoso dibujo desfilarán, a lo largo de las tres próximas semanas, cientos de miles de personas.

Ya esta misma tarde de viernes los medios comenzarán a calentar el ambiente con programas y entrevistas especiales (como en Onda Cero, donde permaneceré durante treinta eternos minutos cautivo en las nada inocentes manos de Ignacio del Valle). Mañana sábado, y durante todo el fin de semana, firmaremos ejemplares de nuestros últimos libros (en mi caso, en el stand de Planeta) y atenderemos a nuestros lectores a pie de mostrador, esforzándonos por romper esa cuarta, simbólica y aislante pared que tanto temen, y con razón, editores y libreros, pues tiende a separar al espectador, o al lector, del creador.

Una escogida selección de firmas se concentrará en la comida de autores convocada en el Hotel Palace, donde --me adelantan-- se espera al menos una gran sorpresa, y donde confraternizaremos narradores de muy diferentes tendencias, desde la novela de época a la novela negra, de la poesía al ensayo, de la biografía al libro juvenil. Todo un abanico de atractivas ofertas editoriales para tratar por todos los medios de mantener los índices de lectura y de captar nuevos lectores a través de los nuevos soportes o de los géneros más populares.

Hablando de soportes, me aseguran los expertos que el libro electrónico no acaba de romper el techo de sus expectativas. Los novelistas hemos sufrido en nuestras propias carnes una sistemática piratería que las autoridades han sido incapaces durante años de atajar. El libro de papel ha resistido, y podría estar en condiciones de plantearse un retorno a los años felices, antes de la recesión. Para ello sería de desear que bajase sus precios, así como el gobierno sus impuestos.

Fiesta por todo lo alto en Madrid, en cualquier caso, para disfrutar de dos de las más bellas actividades: la escritura, le lectura.