Los Bomberos y la Policía de Zaragoza han tenido que emplearse a fondo este fin de semana. Los primeros en las labores de extinción y los agentes, en la investigación para detener a dos de los presuntos causantes de la quema de una decena de contenedores. Uno en Arrabal, que ya había sido arrestado el día de Nochebuena y puesto en libertad porque el juez necesitaba más pruebas para inculparlo, y otro, en Oliver. Un presunto pirómano y un posible incendiario, dos conceptos jurídicos distintos, pero con un efecto único: causar daños y crear alarma. En el año 2017, el balance fue de 154 contenedores quemados y, en el último lustro el dato se amplía a 918. Unas cifras para tomarse el problema muy en serio.