Nueva jornada al filo de la navaja en Cataluña. El comando de 80 personas retirando lazos amarillos en las comarcas de Girona, los dirigentes de Ciudadanos rodeados de cámaras en Alella, una manifestación en la Ciutadella... Todos los ingredientes necesarios para que las calles estallen. De esta espiral no saldremos hasta que pongamos el foco en los hechos y no en los sujetos. Defender una causa política con el símbolo del lazo no puede ser una patente de corso para hacerlo de cualquier manera y en cualquier lugar. Defender la legalidad constitucional tampoco se puede hacer de cualquier manera. Explotar el dolor de las familias de los presos para perpetuarse en el poder puede ser tan mezquino cómo alentar la confrontación civil por un puñado de votos. De esta espiral es de la que debemos huir.

Las próximas horas son decisivas. No se puede llegar a una fecha emblemática como la Diada del 11 de septiembre en este clima enrarecido. La polémica de los lazos amarillos aún puede acabar siendo una serpiente de verano si todo el mundo asume sus responsabilidades, tanto políticas como institucionales.

La ciudadanía ha demostrado sobradamente su madurez y debe volver a hacerlo, piense lo que piense y defienda lo que defienda. Los políticos han de defender sus ideas y a sus votantes, pero sin poner en riesgo las instituciones y la convivencia.