El de anoche fue un apacible paseo nocturno para el Real Zaragoza, resuelto con más eficacia que juego, un partido de mínima exigencia contra un rival de bajísima estatura. Por cierto, como tantos otros de estos tres pasados años en Segunda ante los que el equipo aragonés se atrancaba sin encontrar soluciones ni pasillos. Ayer no. El estreno del proyecto que comanda Luis Milla fue exitoso: resolvió un encuentro fácil con facilidad, sin enredarse.

Con la prudencia obligada, esta primera jornada dejó varias buenas noticias: la cicatriz de Palamós está cerrada gracias al arrastre emocional de Zapater y Cani, que genera una atmósfera estupenda en la grada y una sólida corriente de ilusión; Milla no ha perdido el tiempo en la pretemporada y el Real Zaragoza es ya un grupo homogéneo bien trabajado, ordenado y con automatismos; aunque no estuvo exigido, el estreno de Marcelo Silva fue esperanzador y el de Ángel, también. El canario respondió al debate del nueve con un doblete y una asistencia. La valoración de la SAD sobre el punta no ha cambiado: necesita a alguien diferente. Diferente y mejor.

Buenas noticias como el liderato en la primera jornada y, sobre todo, las centelleantes perspectivas que se atisban detrás del trío diabólico Lanzarote, Xumetra y Cani. Ahora mismo es ahí donde está la principal fuerza motriz de un equipo con poco fondo de armario, el lugar en el que el Real Zaragoza tiene arte y distinción.

La zurda de Lanza sigue siendo maravillosa, canela fina, capaz de romper líneas defensivas ante el UCAM con un toque suave de imaginación y de hacer gol cuando el gol se presenta ante él, también con la diestra. Hay pocos futbolistas con esa calidad pura en Segunda. Por el medio, Cani dejó chispazos de lo que hará y Xumetra puso en banda el contrapunto de la velocidad y la verticalidad. Sus posiciones son intercambiables. Ángel tocó ayer el cielo pero, si lo hace, el Zaragoza mandará al infierno a sus rivales con estos tres diablos.